viernes, 8 de noviembre de 2013

GosPlan en el trópico


Vamos sin piloto
Durante los años de esplendor del poderío Soviético, el Comité del Estado para la Planificación, el llamado GosPlan, tenía en su nómina más de 750 programadores lineales, cientos de matemáticos y decenas de estadísticos, economistas y contadores. El GosPlan se jactaba de tener los modelos matemáticos más sofisticados, corriendo algoritmos las 24h en las primeras supercomputadoras que conoció la historia. La titánica tarea encomendada por la Revolución al GosPlan era calcular todos los
precios, de todos los mercados, de manera tal que no existieran desbalances entra la oferta y la demanda de ningún bien o servicio. Solo eso.

Ni para que recordar lo obvio: el experimento soviético, se sabe, derivó en un rotundo fracaso con gran costo social. Con todos sus recursos técnicos y materiales, el GosPlan no pudo evitar prolongados períodos de penurias materiales, escasez estructural de productos básicos y la omnipresencia de mercados negros de bienes y servicios. Que los controles de precios conducen al racionamiento del bien que se transa es algo, por cierto, que le enseñan a uno en la primera semana, del primer semestre, del curso introductorio de economía de la universidad. Incluso en la UCV.


La anécdota es relevante a la luz de los recientes anuncios económicos en Venezuela. El contexto actual es sabido: Venezuela está en medio de una tormenta perfecta en materia económica, no solo ha iniciado un espiral inflacionario que ya la coloca en la verja hiperinflacionaria, sino que tiene enormes dificultades para financiar su déficit fiscal -que algunos calculan puede ser entre 15% y 18% del PIB este año-, a la vez que presenta una caída acelerada de reservas internacionales, expansión ilimitada de la liquidez y escasez de los principales productos básicos que ya alcanza sus máximos históricos.

Lo que admite la mayoría de los economistas, incluyendo algunos economistas afines al proyecto del hoy difunto Hugo Chávez, es que estas tempestades de hoy, fueron los vientos sembrados por más de una década de controles, desorden fiscal-monetario y debilitamiento progresivo del sector privado. Al parecer, los planificadores venezolanos no aprendieron nada del GosPlan. Los controles de precios y su fijación administrativa, han tenido su consecuencia esperada por todos menos por ellos: una sensible caída de la oferta de dichos productos y la aparición inmediata de mercados negros.

La verdad axiomática sobre los controles de precios se cumple también para el control más importante de todos: el control de cambios. La cosa es más o menos así: El control de cambios produjo la escasez relativa de divisas que hoy tiene al tipo de cambio negro con una diferencia de 9 a 1 con respecto a la tasa oficial. El enorme subsidió implícito en la tasa de cambio oficial, hizo a su vez explotar la demanda de divisas de parte del sector público y privado –con importaciones ficticias, no ficticias y salidas de capital-, lo cual a su vez hizo insuficiente el mermado flujo de divisas proveniente de la exportación de petróleo. Un círculo perfecto: La escasez de un control –de precios- ya no se puede solucionar con importaciones debido a la escasez del otro control -de cambios-. El perro se muerde la cola.

Paralelamente, las finanzas de un gobierno voraz, que ha sostenido expansiones fiscales permanentes, se ven también heridas de muerte por la camisa de fuerza del control de cambio –gasto creciente, ingreso fijo en bolívares-. Sin opciones de financiamiento, se han visto obligados a financiar –indirectamente, a través del préstamo del BCV a la estatal petrolera- el déficit fiscal, a través de emisión inorgánica de dinero de alto poder inflacionario. En esa parte de la historia nos encontramos.

Quizá, digo yo, era por eso que la expectativa creada antes del anuncio del más reciente paquete de “medidas económicas” era muy grande. Se esperaba, al menos yo esperaba, aunque sea un tímido cambio de rumbo, un atisbo de racionalidad en el manejo económico, una relajación marginal de la asfixiante red de controles, algún anuncio en pos del fortalecimiento del marco de la política fiscal y de retornarle un mínimo de orden al sistema monetario. Se esperaba un paso, tan solo uno, en la dirección correcta, aquella que nos ha de conducir a puerto seguro. Pero nada de eso llegó.

Tal vez lo único reseñable del anuncio, y reseñable no en el sentido positivo, fue la creación de un nuevo super-ente llamado Comisión Nacional de Comercio Exterior, que superpone una capa adicional de burocracia por encima de la actual Comisión de Administración de Divisas, con la esperanza de que esta vez sí podrá hacer una asignación eficiente, transparente y oportuna de todas las divisas que necesita una economía importadora como la Venezolana. Esta vez sí. También se anunció la creación del Sistema de Fijación de Precios Justos, que se dará a la tarea de controlar los precios de TODOS los precios de la economía. El GosPlan en el trópico. No aclararon, eso sí, si estarían contratando cientos de programadores lineales, ni supercomputadoras.

Lo otro digno de ser mencionado, por lo sintomático, fue el anuncio de una nueva ofensiva por parte del Gobierno -con el apoyo de las FAN, qué duda cabe- para reforzar los controles, aumentar las inspecciones, fiscalizar los precios, aumentar los decomisos, apuntalar las penas y perseguir a los acaparadores. Se decreta la especulación como delito de lesa patria. Pero nada se anunció para aliviar los desbalances de fondo que producen esta calamitosa situación económica.

El Nuevo Orden Económico –así se llama el objetivo anunciado- no parece ser más que el viejo orden, con un barniz adicional de burocracia. Eso, y más controles, fiscalizaciones y represión. Es decir, el anuncio fue decir que continuaran haciendo lo mismo, solo que esta vez sí funcionará. Durante las 3 horas que duró el anuncio, no recuerdo que se haya mencionado ni tan siquiera una sola vez las palabras “fiscal” o “monetario”. Es decir, en esas 3 horas no se habló de política económica.

Los desbalances macroeconómicos que acumula Venezuela son ya inocultables, y la corrección de esos desbalances es ya inexorable. El ajuste ocurrirá –está ocurriendo-, la tormenta adelante pinta muy mal, tiene indicios de catástrofe inminente y gran costo social. La llegada a buen puerto dependerá del conductor de la nave y su equipo. El GosPlan tenía en su nómina más de 750 programadores lineales, cientos de matemáticos y decenas de estadísticos y economistas. Ellos tampoco pudieron derogar la ley de la oferta y la demanda.

7 comentarios:

  1. Exacto. A los soviéticos se les puede acusar de todo menos de falta de seriedad, o de insensibilidad hacia la necesidad de experticie técnica.

    Los mamarrachos nuestros ni siquiera conciben el problema en términos técnicos, sino en términos literalmente medievales: lo malo que tienen esos precios es que no son *justos*. El chillidito que se aprecia de fondo es el ruido de Marx revolcándose en la tumba a 17,000 rpm...

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    1. El problema de los precios es uno que se topa rápidamente con la barrera de la dimensionalidad. Tenía una profe en la UCV que decía que los soviéticos fracasaron por un problema estrictamente computacional, que sinhubiesen tenido mejores compus, hoy seríamos un satelite pro-comunista...oh wait
      Hablando en serio, esa profe era Judith Valencia btw

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  2. Esta nave no tiene conductor, el piloto falleció y un sobrecargo, sin experiencia y muy mal entrenado, asumió el mando y no tiene idea de lo que hay en el tablero de control. Nos estrellamos, seguro.

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    1. Mari, gracias por pasar. Giordani escogió un camino que aumentará exponencialmente el costo social del ajuste, porque el ajuste es ya inevitable

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  3. Excelente artículo, y que buena la anecdota de la falta de computadoras potentes para resolver el GosPlan... de verdad que son osados al penar que pueden establecer una economia de mercado centralizada. Saludos

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