A raíz
de la inspección preliminar que
hice de los micro-datos del 6D, de la cual Eugenio Martínez (@puzkas) y otros medios nacionales se hicieron eco, se ha generado
una especie de sana polémica en torno al tema de los votos nulos el 6D.
El
hecho fundamental es que la tasa de voto nulo del 6D (aprox. 5,0% en el voto
lista), es inusualmente alta relativa a la historia reciente de eventos
electorales (aunque no la más alta
históricamente).
Esto ha motivado la destemplada reacción, mitad teoría de la conspiración, mitad conveniencia política, de los que todavía no se
enteran de qué fue los que les pasó por encima el 6D.
Pero
vamos al punto. En mi post anterior sobre el tema dije que, a simple vista, los
datos del 6D son consistentes con la tesis de que una parte de los electores
oficialistas utilizaron deliberadamente el voto nulo (en blanco) como expresión
de descontento. Mi afirmación se basaba, por un lado, en un análisis muy
preliminar de las proporciones de voto nulo entre los centros del 20% más
oficialista, con respecto al 20% más opositor, la diferencia resultaba más del
doble entre una y otra y estadísticamente significativa; por el otro lado, en
el conocimiento de la data electoral más reciente, pues no recordaba haber visto una diferencia tan sustancial en
cuanto a votos nulos entre centros más pro-CH y más pro-OPO.
Aun
así, mi afirmación la hice en condicional, pues es un punto que requiere de más
análisis para sacar conclusiones más robustas. Esa es la intención de este
post.
¿Utilizó el chavismo el voto nulo como protesta?
El debate
sigue vivo.
Iñaki
en el blog YVPolis, correctamente demuestra que existe una alta correlación entre los
centros con alta incidencia de voto nulo en 2010 y en 2015, lo cual es correcto, y refleja
el hecho que existen centros que por razones observables (o no) son sistemáticamente
más propensas a cometer errores que nulifiquen el voto, y que esos centros son
más o menos los mismos entre 2010 y 2015. Más sobre este punto más adelante.
Caracas Chronicles, también se unió al debate.
Ahí, Quico sostiene la tesis de que la
responsable es la horrible interfaz del elector que ofrece Smartmatic y sus máquinas. En su historia, la interfaz complica
innecesariamente el acto de votación, lo cual afecta desproporcionadamente más
a los electores relativamente con menor educación (lo cual en teoría los hace
cometer más errores que nulifican el voto). Quico sugiere, sin decirlo
expresamente, que detrás de las diferencias significativas en la tasas de voto
nulo entre unos centros y otros, observadas por Iñaki, está el nivel de
sofisticación promedio de los electores de dichos centros.
El
problema es que aunque la afirmación sea parcialmente cierta, esta historia no
es consistente con los datos y no explica lo que pasó entre 2010 y 2015.
¿Por
qué? Pues porque las elecciones parlamentarias de
2015 fueron
casi una réplica idéntica de las elecciones parlamentarias de
2010. De hecho
en ambas elecciones se utilizaron los mismos circuitos, se emitieron la misma
cantidad de votos, se utilizaron las mismas máquinas y la misma
interfaz del usuario, se eligieron los mismos cargos, para la misma
institución, votó más o menos la misma población, más o menos en los mismos
centros de votación. Ambas elecciones tuvieron más o menos la misma motivación,
organizaciones de campaña, movilización y base territorial. Ambas elecciones
fueron ampliamente polarizadas. Aparte de cambios demográficos y pequeñas
modificaciones en la organización de la recepción de votantes en los centros,
ambas elecciones son casi idénticas.
Sin
embargo la tasa de voto nulo de 2015 (aprox. 5,0%), duplica la tasa de voto
nulo observada en 2010 (aprox. 2,5%) en el voto lista. Entonces, a menos que se
piense que hubo un factor que hizo caer el nivel general de
sofisticación/educación de todo el electorado en promedio, o peor aún, de una
parte del electorado en particular (el oficialista), esa historia no tiene
ningún asidero.
Un
viejo mentor en el Banco Central me enseño un adagio: Una constante, no puede
explicar una variable. La “educación promedio” de los centros de votación, no
puede explicar las duplicación del voto nulo entre 2010 y 2015.
Luego Rodrigo, abunda en la tesis de lo malo que es la
interfaz del votante del mejor sistema
electoral del mundo. Y tiene razón, la interfaz es terrible, puede ser
ampliamente mejorada, y el sistema se beneficiaría de las propuestas como tener
un botón de voto en blanco/nulo para capturar la voluntad expresa de los
electores que quieran elegir esa opción. El argumento es irrebatible, pero no
pone luz sobre las diferencias entre 2010 y 2015, o entre centros más pro-OPO y
más pro-CH. Rodrigo sentencia: “Es imposible demostrar que ciertos votantes,
con ciertas preferencias, fueron más propensos a votar nulo. Imposible.”
Challenge Accepted.
Nicmer, Marea, Nicmer Marea
El experimento: Sabemos que algunos factores políticos de
la disidencia chavista hicieron llamados expresos a
votar nulo,
incluyendo al mediático Nicmer Evans, quien admite que
Marea Socialista se vio obligada a votar nulo frente a la polarización y la ilegalización de su
tarjeta en varios estados. Supongamos
que una parte del electorado estuvo expuesto o era más propenso a seguir el
lineamiento de Nicmer, es decir, una parte de la población estuvo más expuesto
a lo que llamaremos el Tratamiento Nicmer
Marea. El tratamiento Nicmer Marea consistía en ponerle una voz interna a
los chavistas en su cabeza que les decía: “Castígalos, ¡Vota Nulo!” (Obvio: lo de Nicmer/Marea es un recurso retórico para ilustrar un punto).
La pregunta: ¿Será cierto que parte del electorado
chavista –siguiendo a Nicmer o no- expresó su descontento a través del uso
deliberado del voto nulo?
La prueba: Supongamos –por simplicidad– que solo existen
centros de votación muy chavistas o muy opositores. Para operacionalizar esta
noción decimos que “muy chavista” significa aquellos centros donde el
oficialismo sacó 70% o más en las elecciones de 2010 (los llamaremos Centros +CH).
Los “muy opositores” son aquellos centros donde la MUD sacó más de 60% en dicha
elección (los llamaremos +OPO).
Evidencia #1: Los centros
+CH tienden a tener tasas de voto nulo/blanco relativamente más altas que los
centros +OPO. Esto es una constante en todas las elecciones del pasado
reciente. Veamos que pasó en las elecciones parlamentarias de 2010:
La
diferencia entre centros +CH y centros +OPO es de menos de medio punto
porcentual (0,48%). Esta cifra es importante recordar, pues ese medio punto
porcentual incluye todas las diferencias posibles, observables o no observables,
entre el votante promedio de los centros +CH y el votante promedio de los
centros +OPO. Es decir, todas las diferencias sistemáticas entre nivel
educativo, ingreso, ocupación, aptitudes, actitudes, gustos musicales o
culinarios, entre chavistas y opositores, se pueden estimar para una elección
como la de 2010 en medio punto porcentual adicional de votos nulos –cero punto cuarenta
y ocho por ciento-.
Evidencia #2: En
2015, el patrón se repite con centros +CH mostrando tasas de voto nulo/blanco
relativamente más altas que los centros +OPO. Sin embargo esta diferencia se
profundiza con respecto a lo observado en las elecciones parlamentarias de
2010.
La
diferencia entre centros +CH y centros +OPO en 2015 fue de 1,78 puntos porcentuales,
esto es casi cuatro veces la diferencia observada en 2010. Aquí es importante
recordar que este análisis se hace basado en un universo de 2100+ centros de
votación +OPO y 3120+ centros de votación +CH, y que son los mismos centros para
2010 y 2015, por lo tanto estamos comparando en promedio la misma población. No
es plausible pensar en cambios sistemáticos en nivel educativo, ingreso,
ocupación, aptitudes, actitudes, gustos musicales o culinarios, entre chavistas
y opositores, en los 5 años que transcurrieron entre 2010 y 2015, que ayuden a
explicar el salto en la diferencia entre las dos poblaciones.
Aun
así, todavía no se puede afirmar con certeza que esta diferencia entre las dos
poblaciones es atribuible a una intencionalidad deliberada de la población +CH
de expresar descontento a través del voto nulo/blanco.
¿Pero se puede decir algo a partir de la data?
Afortunadamente,
no necesitamos un lector de mentes oficialistas para saber si existe evidencia de
que algo pasó en los centros +CH, algo que podría sugerir Tratamiento Nicmer
Marea funcionó. No necesitamos un lector de mentes, porque tenemos a David Card & Alan
Krueger (1994), que son como Chino & Nacho, pero de la evaluación de
políticas.
Lo que
hemos dicho hasta ahora sobre las diferencias entre dos poblaciones en dos
puntos del tiempo distinto, tiene la estructura perfecta para aplicar una técnica
que es estándar en la evaluación de políticas y de efectividad de tratamientos
médicos: El estimador DID (diferencias-en-diferencias).
No es
la idea abundar en aspectos técnicos aquí, pero sépase que el DID es una forma sencilla,
elegante y robusta de inferir, a partir de los datos, una relación causal o de
atribución entre un resultado observado (tasa de voto nulo) y una intervención
o “tratamiento” (Nicmer Marea). La estimación permite controlar los típicos sesgos
que uno podría encontrar en una estimación de este tipo. Toma en cuenta, además,
las características no observables de las poblaciones involucradas que no
varíen en el tiempo.
Resultados: Los resultados sugieren que
existe fuerte evidencia de que algo pasó el 6D en los centros +CH. Ese algo no
puede ser explicado por los cambios en el sistema de votación entre
2010 y 2015 (que no fueron muchos), ni por cambios atribuibles a las
características observables o no observables de los votantes promedio de cada grupo (i.e. educación, habilidad). Entonces, lo encontrado es evidencia de
que ese algo fue que una parte de la población de los centros +CH
tuvo intención deliberada de votar nulo: el tratamiento Nicmer Marea.
La estimación en Diff-in-Diff del efecto
Nicmer es que 1,32 puntos porcentuales de la tasa de voto nulo observada en los
centro +CH es atribuible a la intención de votar nulo como protesta. Esto es,
casi la mitad (47%) del incremento de la tasa de votos nulos entre 2010 y 2015
en los centros más oficialistas, puede ser explicada por este efecto. Casi ¾ partes
(74%) de la diferencia observada entre las tasa de voto nulo entre centros +OPO
y centros +CH en 2015, puede ser explicada por el Tratamiento Nicmer Marea.
Cierro
diciendo que creo que el estimador DID es evidencia sólida, robusta y no circunstancial de que el Efecto Nicmer Marea existió y fue importante el 6D. También diré, que creo que el estimador puede incluso estar subestimando el peso que tuvo el voto nulo
deliberado como protesta, pues una parte de la población de los centros +OPO también estuvo
sometida al mismo tratamiento.
Pero como diría Juan Vené…la prueba de eso la dejamos
para el próximo programa (o post).
Nota al lector: Lo de Nicmer es una metáfora, no creo que lo que diga haya dicho o dejado de decir Nicmer, haya tenido importancia o trascendencia alguna el 6D.