sábado, 12 de diciembre de 2015

Vuelta Olímpica



Muérete de la envidia Profeta Reinaldo Dos Santos
Luego de decantados los resultados del 6D, donde la coalición de la MUD obtuvo una trascendental victoria, llega el momento de auto-evaluarse. Y como hay que liderar con el ejemplo, ya que uno tiene esa mala manía de estar echando números y haciéndolos públicos, me sale un poco transparencia y rendición de cuentas, que nunca cae mal.

El pasado 18 de Agosto publiqué en este mismo espacio lo que llame la Plataforma de Simulación de Resultados Electorales para el 6Dque no era más que un modelo que, partiendo del principio de que cada circuito es distinto, calculaba la sensibilidad de la votación circuital a las tendencias de “la opinión pública nacional”. El modelo era basado en el cálculo de la elasticidad del voto por circuito a la variable “Opinión sobre la Situación del País” de la empresa Datanalisis.
Más tarde, mi modelo, con algunos cambios menores, salió publicado en Caracas Chronicles, quienes gentilmente pusieron el coding para transformar mi modelo en una aplicación web que se volvió un tanto viral en los días previos al 6D.
Entonces, la pregunta es cómo quedó nuestra predicción con respecto a los resultados del 6D. Para adelantarnos un poco, si tuviera que resumir en dos palabras diría: Home Run.

Pero vamos por partes. ¿Cómo medimos el desempeño predictivo de la herramienta? Para darle respuesta a esto, creo que hay que evaluar tres dimensiones distintas: 
  1. La predicción del número de diputados totales
  2. La predicción del porcentaje de voto total que obtendría la oposición
  3. La correcta asignación de circuitos a una opción u otra
Número de Diputados
Aquí, recuérdese que el modelo de predicción dependía de un único insumo: El porcentaje de personas que valoraba positivamente la situación del país de acuerdo a Datanalisis. En la última encuesta de Datanalisis, filtrada pocos días antes del 6D, el valor de esta variable era 10,2%, lo cual arrojaba como resultado…..*repique de redoblantes*:

111 diputados para la MUD y 56 diputados para el GPP. 
Captura de la aplicación web en Caracas Chronicles
Dado que el resultado final fue 112-55, creo que me me voy mereciendo por lo menos una birra.
Porcentaje de voto de la oposición
Lo primero que hay que decir es que la herramienta se basaba en un modelo muy sencillo, que asumía escenarios completamente polarizados (sin terceras opciones). Esto no fue completamente así el 6D. De hecho casi 3% de los votos válidos apoyaron a listas distintas a la de la MUD y el GPP.
También debo confesar que no tuve demasiada confianza en la capacidad de esta herramienta predictiva para proyectar, de manera muy precisa, el porcentaje que obtendría la oposición el 6D. Es un tema bastante técnico, pero basta con decir que lo que me preocupaba es que esta era una herramienta orientada a proyectar resultados individuales por circuito, y cuyo estimado de voto nacional resultaba de la simple agregación de los anteriores. Entonces si había –como de hecho lo hay- un grado de error en la estimación de cada circuito, la agregación de todos los circuitos podía “magnificarse”. De hecho, esa fue la razón principal por la cual decidí no publicar el estimado de voto nacional para la oposición en la aplicación de Caracas Chronicles. Eso y que por aquellos días, todos los sondeos de opinión ponían a la oposición a liderar el voto nacional por un margen no menor a 30 puntos, y mi estimado me daba en el rango entre 15% y 17%.
Pero, Oh! Sorpresa!, los equivocados eran nuestros reputados encuestadores. De acuerdo al boletín oficial del CNE, haciendo una agregación del voto lista, la oposición obtuvo un 56,2% de los votos válidos, mientras que el GPP obtuvo un 41,0% de los votos válidos, lo cual implica una brecha de 15,4%.
¿Y que decía mi herramienta de predicción de resultados? En su versión más actualizada, con los resultados de la última encuesta Datanalisis, la predicción de Distortioland era….56,1% *KABOOM!!!*

Captura de la plataforma original en excel


Bonus track: Correcta asignación de circuitos 
En su momento este blog dijo que nuestro modelo estaba exclusivamente diseñado para proyectar en AGREGADO el número de diputados de la oposición. Fuimos muy claros al decir que había –hay- razones para pensar que podíamos equivocarnos en la predicción de cada circuito, pero que estas equivocaciones tenderían a ser insesgadas, es decir, no favorecerían a ningún bando y tenderían a cancelarse entre sí. 
De hecho, esta era la base para decir que la predicción global era, necesariamente, mucho más precisa que la predicción individual de cada circuito.
La plataforma de predicción del 6D fue capaz de predecir acertadamente 98 de los 112 diputados de la oposición, eso es una tasa 87,5% de precisión, nada mal si consideramos que la herramienta no estaba diseñada para esto. Otra resultado interesante es que los errores cometidos, tal y como se esperaba, fueron insesgados. La herramienta cometió un total de 11 falsos negativos (circuitos erróneamente asignados al GPP, pero finalmente ganados por la MUD), mientras que cometió un total de 10 falsos positivos (circuitos erróneamente asignados a la MUD, pero finalmente ganados por el GPP). Un total de 66 aciertos sobre un universo de 87 circuitos.
Voy por mi birra.
Salud!

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Update: Dónde nos jugamos el resultado del 6D (y II)

Luego de observar el resultado de los últimos estudios de opinión, y para complacer a vario lectores que lo solicitaron, parecería prudente replicar el ejercicio de la Cota 30 para modelar un potencial triunfo de la oposición por un margen menor.
En el gráfico subsiguiente se observa la Cota 30 anteriormente mostrada, y una estimación de los resultados modelando una ventaja de 20 puntos (Cota 20) y de 10 puntos (Cota 10).

Tres comentarios saltan a la vista en este análisis:
  1. A medida que se modelan brechas más modestas, disminuyen el valor relativo de tener proporcionalmente más votos rurales (la relación se hace más plana). Esto se debe a que, en general, la brecha promedio de ventaja del oficialismo en estos circuitos solo puede ser superada con grandes márgenes a favor de la oposición.
  2. En la Cota 20 (simulando un margen de victoria de 20 puntos a favor de la oposición) la mayoría calificada de 2/3 todavía sería alcanzable. Este resultado requeriría una casi perfecta proporcionalidad entre las ganancias rurales y urbanas del voto opositor (cerca del "1").
  3. En la Cota 10, la oposición puede obtener una mayoría simple, pero las mayorías de 3/5 y 2/3 quedarían fuera de su alcance.  



lunes, 30 de noviembre de 2015

Distortioland Electoral: Dónde nos jugamos el resultado del 6D

A estas alturas del partido, en el análisis sobre las elecciones legislativas pareciera que existe solo una verdad incontrovertible: la oposición ha logrado sacar una sustancial ventaja sobre el oficialismo en el voto nacional. 
Y es cierto. Las encuestas de mejor reputación le dan a la oposición una ventaja de entre 20 y 35 puntos en el voto genérico nacional MUD-PSUV. La matriz de opinión nacional ha evolucionado hacia una donde ya casi nadie discute la posibilidad de un triunfo de la oposición, lo cual no es de extrañar dado el contexto
Sin embargo, mucho menos consenso encontramos en el único tema que importa, en el único resultado fundamental de la elección del 6D: Cuántos diputados puede sacar la oposición.
El tema resulta árido y abundan las opiniones insustanciales. En ausencia de estudios de opinión confiables a nivel circuital, la mayoría de los analistas y encuestadores se sale por la tangente con el cuento de que “esta no es una elección, son 87 elecciones distintas”, por lo cual no hay forma de predecir el número de diputados partiendo de las encuestas nacionales. Otros, los más arriesgados, han (hemos) tratado de analizar empíricamente los datos electorales para hacer una proyección informada del número de diputados por circuito electoral.
Sin embargo, el rango de las proyecciones que han salido a la luz pública es demasiado amplio. Hay de todo: desde los que predicen una mayoría simple de 86 diputados para la oposición, hasta los que predicen que la oposición podría obtener hasta 143 diputados, pasando por mi predicción que la oposición estaría cerca de la mayoría calificada con 111 diputados.

Quién tiene la razón

Todos y nadie. La verdad es que el problema de fondo es que existe una gran incertidumbre sobre una variable que nadie ha mencionado y que resulta crucial: Cómo se distribuyen territorialmente las ganancias electorales de la oposición.
Supongamos que es cierto que la oposición gana la elección con 30 puntos de ventaja. Supongamos además, para hacerlo aún más dramático, que la oposición avanza su votación en todos y cada uno de los 87 circuitos del país. Aun así – AUN ASÍ  - el rango de resultados plausibles es muy (demasiado) amplio.
Para ilustrar este punto aquí presento la Cota 30, uno de los gráficos más bonitos que he cosechado:


Lo primero que hay que decir sobre este gráfico es que cada punto representa el número de diputados que obtendría la MUD en un escenario polarizado bajo diferentes circunstancias.  Lo segundo es que es una curva de nivel, es decir, todos los puntos –TODOS– son consistentes con una diferencia de 30 puntos en el voto nacional.
Las circunstancias que se ven reflejadas en este gráfico son mas o menos obvias para la mayoría de gente que sigue estas cosas: No todos los circuitos fueron creados iguales. Por diferentes razones que no voy a explicar aquí, el circuito típico donde domina la oposición es, en promedio, mucho más urbano y mucho más denso en población, que el circuito típico dominado por el chavismo.
Con lo anterior en mente, vale la pena precisar algunos detalles sobre el gráfico de arriba. En él se modela, partiendo de los resultados de Abril de 2013, cuál sería la distribución de curules de la AN en distintos escenarios dónde la oposición saca 30 puntos de ventaja en el voto nacional. 
En el eje horizontal se presenta la relación de proporción de las ganancias electorales de la oposición entre zonas rurales y urbanas. Por ejemplo, el número “1” en el eje horizontal representa un punto en que las ganancias de la oposición son perfectamente proporcionales en todos los circuitos (un crecimiento uniforme de X% en todas las circunscripciones). Del lado derecho del “1”, las ganancias son relativamente más grandes en los circuitos rurales, es decir, por cada voto adicional que obtiene la oposición en un circuito rural, la oposición obtiene menos de 1 voto adicional en un circuito urbano. Por último, del lado izquierdo del “1”, la oposición saca proporcionalmente mejores ganancias en circuitos urbanos que en los rurales, es decir, por cada voto urbano, saca menos de un voto rural. 
La conclusión mas evidente es casi trivial, una mayoría calificada para la oposición necesita transformar esa ventaja de 30 puntos en una “mezcla adecuada” de votos adicionales entre zonas urbanas y rurales. La segunda conclusión es que la relación encontrada tiende a ser altamente no-lineal, lo cual no es sorprendente dada los problemas de representatividad en la estructura de esta elección, donde los sesgos del malapportionment (principalmente), implican una sub-representación de los votantes en zonas más urbanas. Por último, habría que ratificar la idea original de este post: el gráfico ilustra de manera sencilla que una brecha de 30 puntos es una ventaja formidable para la oposición, pero hay otros factores importantes que decidirán el tipo de mayoría a la cual podría acceder la oposición.
En esta simulación, para alcanzar la mayoría calificada de 2/3, la oposición requiere movilizar aproximadamente 1 voto rural por cada 2 votos urbanos adicionales. Claro está, la relación no tiene que ser exactamente igual a la mostrada en el gráfico, pues tanto las definiciones de circuito “rural" y "urbano”, como los parámetros utilizados, han sido elegidos arbitrariamente con la finalidad de ilustrar una conclusión que es generalizable. 

Para la noche del 6D

Para sacar algo interesante de este análisis se debe pasar revista a cuáles son las fuerzas en juego la noche del 6D. En primer lugar, la oposición, montada sobre la ola de descontento nacional, se enfila a obtener ganancias en TODOS los circuitos con respecto a su mejor resultados anterior. Sin embargo, es de esperar que concentre sus recursos de movilización y defensa del voto principalmente en circuitos donde tradicionalmente ha sido más fuerte -circuitos más urbanos-. Correspondientemente, el oficialismo tratará de detener el avance de la oposición en todos los circuitos y tratará, además, de hacerlo “como sea”, pero es probable que sea relativamente más exitoso deteniendo el avance de la oposición en aquellos circuitos donde el aparato del estado en más determinante en la vida económica y social de la población -circuitos más rurales-.
Por último, para volver al título de este post: dónde nos jugamos el resultado del 6D. La mayoría calificada pasa por consolidar la supremacía electoral de la oposición en las grandes ciudades, pero deberá tener avances notables en zonas rurales y menos densas. En mi opinión, si la noche del 6D empezamos a observar triunfos de la oposición en circuitos mixtos, que incluyen zonas rurales y pequeñas ciudades, como Turmero (C2 Aragua), Puerto Cabello (C1 Carabobo), Guanare (C1 Portuguesa), La Victoria (C3 Aragua), Barinas (C1 Barinas), Carora (C2 Lara), Altagracias Orituco (C1 Guarico), Villa de Cura (C4 Aragua), San Fernando (C3 Apure) o Carúpano (C1 Sucre), entonces sabremos que la oposición va enrumbada a obtener la mayoría de 2/3 de la Asamblea Nacional. 

Esos son los circuitos que yo estaré siguiendo.

Update: Varios lectores hicieron el comentario sobre el tipo de tendencia del gráfico original. Esta versión modifica el gráfico para reflejar una tendencia exponencial en vez de una cuadrática.

martes, 18 de agosto de 2015

Distortioland Electoral: ¿Quién ganará las elecciones parlamentarias del 6D?





Nos encontramos de nuevo ad portas de un evento electoral, quizá el más trascendental de los últimos 16 años.En este punto, una vez decantado el debate sobre las candidaturas en ambos lados del espectro político, la atención empieza a centrarse en los posibles resultados de la elección del 6D. 
Como es usual en este tipo de eventos, la dificultad principal que encontramos a la hora de decir algo sobre los posibles resultados del 6D es la de siempre: No existen encuestas de opinión que permitan inferir el comportamiento de los votantes a nivel del circuito, que es la unidad electoral relevante para esta elección. Hasta ahora solo se dispone de varios estudios nacionales, que parecen revelar que, por primera vez en 16 años, la oposición acude a un evento electoral con un claro favoritismo y una amplia ventaja con respecto al oficialismo.
Es cierto que el sistema electoral venezolano tiene sesgos intrínsecos que favorecen al oficialismo en estas elecciones, es muy cierto que hay serios problemas de malapportionmenty ha habido intentos firmes de gerrymandering, pero sin ninguna duda, lo que realmente define al sistema electoral que regirá la elección de representantes a la Asamblea Nacional es su sesgo mayoritario: El ganador se lleva más de lo que le toca. Esta característica  producto del mayor peso que tiene el número de diputados electos nominalmente y la legalización del truco de las morochas, que anula en la práctica el principio de representación proporcional, favorece circunstancialmente a la oposición.  
El problema es que esta elección no es una elección, sino 87 elecciones distintas, por lo tanto, es bastante limitado lo que uno puede decir acerca del resultado circuital a partir de estudios de opinión nacional. Algunos medios hacen una proyección lineal de las encuestas sobre cada uno de los circuitos, pero este método no solo es incorrecto, sino bastante holgazán. Iñaki Sagarzazu en su excelente blog YVPolis (recomendado), analiza las tendencias históricas de la votación de cada centro electoral, para concluir que la oposición parte con desventaja en la elección del 6D. Sin embargo, el método no incorpora la debacle que está experimentando el oficialismo en todas las encuestas. Por su parte, Bank of America proyecta los efectos de la intención de voto nacional sobre el resultado de los circuitos, prediciendo un amplio triunfo para la oposición. El método es muy informativo, pero el carácter ad-hoc del modelo lo hace algo arbitrario. 

¿Qué hacer entonces? 

Como mencionamos, la elección del 6D será la agregación de 87 elecciones  distintas. Serán esas 87 elecciones por circuitos -y su agregación posterior a nivel estadal- dónde se elegirán 113 diputados nominales, 51 diputados por lista, y 3 diputados indígenas, para un gran total de 167 diputados.
Lo primero es reconocer que cada uno de los 87 circuitos tiene características locales, demográficas y económicas distintas. Ese es el punto de partida para tratar de inferir lo que pasará a nivel de los circuitos. Entonces, en ausencia de datos de opinión que sean representativos a nivel de circuito, no queda otra sino modelarlos basado en supuestos. 

¿Cómo?

Nuestro modelo parte del principio de que cada circuito es influenciado por el debate político a nivel nacional, pero que esa influencia es diferente en cada circuito. Modelar esto es una tarea que pudiera ser tan compleja cómo la disponibilidad de datos y tiempo lo permita. Sin demasiado tiempo ni datos entre manos, la estrategia propuesta es simple: Calcular, basado en los resultados históricos de cada circuito, la sensibilidad de la votación oficialista, a una variable medida nacionalmente que resuma las tendencias de “la opinión pública”. 
Técnicamente hablando, se trata de estimar, para cada circuito, la elasticidad de la tasa de votación oficialista a una variable de “opinión de situación del país”. La estimación de elasticidades individuales de cada circuito, se basa en 87 regresiones univariadas log-log, utilizando como insumos los resultados históricos de las elecciones en cada circuito y la serie larga de opinión positiva sobre la situación del país de la empresa Datanalisis. 

A tener en cuenta: 

  1. Cada elasticidad se debe leer como la variación porcentual del voto oficialista en el circuito, por cada punto porcentual de variación de la opinión positiva sobre la situación del país. Esta medida toma en cuenta el resultado histórico de cada circuito, y lo relaciona con la opinión pública nacional de una manera que es específica a cada circuito.Un elasticidad cercana a cero es indicio de un circuito insensible a las tendencias nacionales, una elasticidad más cercana a uno revela un circuito más sensible a cambios en las tendencias nacionales.
  2. El modelo es extremadamente simple. Hay, por supuesto, otros muchos factores que pudieran incidir en el resultado por circuito. Por ejemplo, tener un buen/mal candidato de la oposición frente a un buen/mal candidato del gobierno, el efecto de tener un alcalde/gobernador aliado, y otros muchos factores idiosincráticos.
  3. El modelo asume un escenario totalmente polarizado. No se consideran candidatos "independientes", "terceras vías" o afines. 
  4. A pesar de lo anterior, hay razones para pensar que la predicción puede tener errores, pero estos errores serán insesgados, es decir, no favorecerán a ningún bando y tenderán a cancelarse entre si. Es por ello que la predicción global puede ser más precisa que la predicción individual de cada circuito.
  5. Como el modelo subyacente es de una sola variable, lo único que se necesita para "predecir" el resultado global de la elección es proyectar el nivel de la opinión "positiva" sobre la situación del país (Datanalisis), antes de las elecciones del 6D. En la encuesta de Julio, solo el 12,8% de la gente consideraba positiva la situación del país.
  6. Una versión más rudimentaria de esta herramienta demostró ser muy efectiva prediciendo el resultado de las elecciones parlamentarias del 26S de 2010.

Resultados:


Los resultados de las 87 simulaciones de voto por circuito, más su agregación, nos permitió construír un "simulador de resultados del 6D", que utiliza cómo insumo único la variable de "% de encuestados que piensa que la situación del país es positiva" medida por Datanalisis.

La última encuesta Omnibus de Datanalisis de Julio 2015 indica que solo el 12,8% de los encuestados considera como "positiva" la situación del país. Esto es una caída de 77% con respecto al nivel que tenía este indicador en abril de 2013.

De acuerdo al modelo de inferencia, en un escenario como este la MUD obtendría aproximadamente 56% de los votos, que se transformaría en una mayoría parlamentaria de 105 diputados, desglosados en 74 diputados nominales, 30 diputados por lista y un diputado indígena.

Para información y entretenimiento, se puede bajar AQUÍ la versión en excel con la plataforma de simulación de resultados electorales del 6D. 


¿Cuál cree Ud. que será la evaluación positiva de la situación del país al cierre de noviembre de 2015?


sábado, 6 de diciembre de 2014

La bomba-H


Welcome to the llegadero 
Decía R. Dornbusch, en su esencial ensayo sobre el tema de 1985, que las “hiperinflaciones eran el laboratorio de la economía monetaria”, queriendo referir con ello que era durante estos períodos de inestabilidad extrema, que la relación entre la inflación y la cantidad de dinero, esa que a veces se oscurece tanto durante tiempos más “normales”, emergía sólida y sin controversia.

En estos primeros días de diciembre, cuando el tipo de cambio paralelo Bs/$ se está devaluando a una tasa de 75% mensual quizá valga la pena recordar que, en su definición clásica que data ya de los años 50s, P. Cagan puso el umbral –necesariamente arbitrario- de la hiperinflación en un nivel de 50% mensual.

Debo confesar que a uno como economista le da un poquito de vergüenza ajena, o más bien propia, tener que hablar de un tema que pertenece a la sección de lo que ya no se estudia en las escuelas de economía. Y no se estudia porque la estabilidad de precios es un objetivo alcanzando casi universalmente. Ciertamente en nuestra región, ya nadie discute sobre estos temas. Nadie. Y no hablo solo de los niños buenos de la película, Perú, Colombia o Chile, sino que en países como Bolivia o Nicaragua, la inflación es un problema del pasado.
Finalmente llegamos al punto donde tímidamente se pierde el temor a afirmar que estamos en la verja hiperinflacionaria. Sin embargo, hace un año, cuando inauguramos Distortioland hablando sobre como las decisiones del gobierno habían roto con la institucionalidad mínima de la estabilidad monetaria en Venezuela, o sobre como el desequilibrio monetario tendería a profundizarse y que la trayectoria monetaria nos conduciría más temprano que tarde al equilibrio hiperinflacionario, este no era el caso. En aquel entonces, bajo el argumento de que en una economía con controles y represión financiera la demanda de dinero no caería, pocos eran los que daban crédito a la tesis de que íbamos en la trayectoria hiperinflacionaria. 
Pero pasó. Y era previsible que pasara porque entiéndase bien: nunca, en ninguna parte, los controles de cambio y la represión financiera impidieron un proceso hiperinflacionario. Aquí estamos en un punto que no es más que la consecuencia lógica de la demencial dinámica monetaria en que nos metió el gobierno en los últimos 8 años. 
Lo que estamos observando con el mercado paralelo en los últimos días es síntoma inequívoco de que la demanda por nuestra moneda empieza a colapsar. La caída de la demanda por bolívares ha sido abrupta, acelerada y repentina, lo cual es lo típico en la anatomía de los procesos hiperinflacionarios. En el extremo de este proceso, la gente simplemente no encuentra razones para permanecer con nuestro signo monetario en el bolsillo, la moneda deja de cumplir las funciones básicas del dinero. Si la moneda local ya no le sirve para nada al público, es lógico que las personas estén dispuestos a pagar cualquier precio -cualquiera- por deshacerse de él.  
Hay una gran posibilidad de que sea esto lo que estamos observando los primeros días de diciembre de 2014, el colapso de la demanda de dinero. Con ello, nos enfrentamos como sociedad a un abismo macroeconómico, un evento que amenaza con destrozar el ya maltrecho tejido económico y social de nuestro país. 
No se trata de sonar deliberadamente alarmista, pero del bestiario de males macroeconómicos, la hiperinflación es quizás el mal más brutal y disruptivo. La hiperinflación disloca el sistema de precios de tal manera que los mercados de bienes, servicios, trabajo y crédito en la práctica dejan de funcionar efectivamente. La hiperinflación, además, es desproporcionadamente injusta con los que menos tienen, pues estos se ven obligados a dedicar todos sus recursos mentales, físicos y materiales a tratar de escapar de sus efectos, día tras día, so pena de enfrentarse con el hambre.  
Lo más triste de todo esto es que la hiperinflación y sus causas, es uno de los pocos temas donde existe un consenso casi unánime en la disciplina económica. Dando un paseo superficial uno encuentra que ya en Keynes y Cagan, pasando por Sargent y hasta en un entrañable y respetado economista boliviano, entre otros, están las claves de nuestra tragedia actual. No hay nada nuevo, todo estaba dicho. Todas las hiperinflaciones modernas tienen las mismas características:
  1. Una enloquecida dinámica monetaria, alimentada por un Banco Central sin independencia y dispuesto a imprimir dinero inorgánico de manera ilimitada.
  2. Enormes déficits fiscales, sin opciones legítimas de financiamiento.
  3. Un entramado de controles y represión financiera, que interactúa perversamente con la locura fiscal y monetaria. 

Y aquí el punto central de este post: el otro gran consenso en la materia es que una hiperinflación es un proceso que puede ser detenido muy rápidamente. Paradójicamente, estabilizar una economía hiperinflacionaria es un reto técnico mucho más sencillo que, digamos, derrotar una inflación moderada. Con respecto a esto, la literatura es categórica en lo que hay que hacer para desactivar la bomba H:
  1. Es necesario detener el crecimiento descontrolado de la masa monetaria. Devolver la independencia al Banco Central y eliminar las disposiciones que permiten el financiamiento inorgánico de terceros.  
  2. Aunque poner bajo control el crecimiento de la masa monetaria es necesario, la condición sine qua non para detener la hiperinflación es llevar a cabo un ajuste fiscal creíble. Creíble siendo la palabra clave aquí.
  3. Solo después de un esfuerzo coordinado por tomar las dos anteriores medidas, puede retornar la confianza en la moneda, y se puede avanzar de manera ordenada hacia el levantamiento de controles. 
Y es en este punto donde el panorama luce negro para Venezuela. Bajo el actual estado de las cosas, es imposible que medidas sustantivas en la dirección mencionada sean tomadas. Los actuales responsables de la conducción del país no tienen ni la capacidad técnica, ni la voluntad política para hacerlo, más aún, aunque lo intenten, es virtualmente imposible que tengan la credibilidad suficiente para tener éxito.

La única salida que le queda a Venezuela para superar la coyuntura actual, es un cambio de rumbo. Un cambio real, no solo un cambio de políticas, sino un cambio de los responsables de la conducción de dichas políticas. 

Eso, o se nos viene la noche.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Sobre el Convenio Cambiario No.30 (revisado)

 “A partir de la entrada en vigencia del presente Convenio…la liquidación de las operaciones de venta de divisas efectuadas por PDVSA al BCV a los fines de la entrega en bolívares al FONDEN…se hará a cualesquiera (sic) de los tipos de cambio oficiales a que se contraen los Convenios Cambiarios vigentes
                                                 BCV, Convenio Cambiario No. 30

El recién publicado Convenio Cambiario No. 30 resulta destacable al menos por dos razones. La primera es lo pésimamente redactado que está. La segunda es que finalmente, luego de demasiado tiempo, la devaluación implícita en la creación de las ventanillas de SICAD I y II, empezará a tener efectos sobre las cuentas fiscales a través de PDVSA.

Solo para recapitular, hasta ahora PDVSA –al menos en teoría- estaba obligada a vender cada uno de los dólares que obtenía por sus exportaciones petroleras a una tasa de 6,3 BsF/US$, y con ello hacía todas sus contribuciones al Gobierno Central, incluyendo lo que pagaba para el FONDEN, pero también impuestos, regalías y utilidades. Esta política cambiaria de obligar a PDVSA a calcular sus ingresos a una tasa fija de 6,3, mientras sus gastos crecían abruptamente al ritmo de la inflación, está en el centro del insondable déficit de caja de la petrolera. Luego, para cubrir dicho déficit, el BCV se embarcó en una peligrosa política de emisión masiva de dinero inorgánico de alto impacto inflacionario, bajo el eufemístico nombre de “el pagaré de PDVSA”, que más bien debería llamarse el “pagaremos” de PDVSA. Se observa aquí claramente la relación entre la política de control de cambios y las tasas de inflación que estamos observando.

Pero de vuelta a los últimos acontecimientos. El Convenio Cambiario No. 30 abre la puerta -por primera vez desde el inicio del control de cambios- a que PDVSA calcule algunas de sus contribuciones a una tasa distinta a la de Cencoex. En teoría, la porción de los ingresos de PDVSA que estaría sometida a la nueva tasa podría ser considerable, pues legalmente PDVSA está obligada a meter en el FONDEN todos los ingresos petroleros por encima del precio de referencia de la Ley de Presupuesto, que para el 2014 es 60US$/barril.

Revisión: En estricto sentido, queda claro que el CC30 se refiere solo a las contribuciones por "precios exorbitantes" por encima de 80 US$/barril.

Revisión 2: El Decreto 8.807 habla de que PDVSA puede pagar al FONDEN el 50% o "un monto mayor" de su contribución por este concepto. Resulta muy confuso el texto.

En teoría también, esta medida aliviaría sustancialmente las enormes presiones que el control de cambios ejerce sobre el balance de ingresos y gastos de PDVSA. Consecuentemente, esta medida aminoraría la necesidad de seguir recurriendo al BCV para cubrir los enormes déficits de caja de PDVSA con dinero venido directo de la imprenta en Maracay.

Revisión 3: Cobra fuerza la interpretación de que el único beneficiario del CC30 no sería PDVSA, sino el balance en Bs. del FONDEN. En todo caso, el resto del argumento (sobre las potenciales pérdidas del BCV) sigue siendo válido.

Pero desde el punto de vista macroeconómico, el aspecto más relevante de esta historia tiene que ver con la siguiente pregunta: ¿Significa esta medida un paso en firme hacia una política monetaria más racional?

No necesariamente.

Para ilustrar el punto hay que seguir de cerca lo que hará de ahora en adelante el BCV. Si uno observa las transacciones cambiarias desde la perspectiva del balance del Banco Central, hoy en día, el BCV compra las divisas que le vende PDVSA a una tasa de 6,3 BsF./US$. Luego, la mayor parte de esas divisas las vende a través de Cencoex a una tasa igual de 6,3 BsF./US$, otra porción las vende en los mercados de SICAD I y II, a una tasa más alta. Es decir, el BCV obtiene una “ganancia” por vender dólares de PDVSA a tasa SICAD I o II.

Con el nuevo convenio cambiario, el BCV empezará a comprar una parte de los US$ de PDVSA a una tasa de, digamos, 50 BsF/US$ (Sicad II). Pero si mantiene inalterados los montos asignados para la venta a través de los mercados Cencoex, Sicad I y Sicad II, el BCV comenzará a experimentar una pérdida contable por estas operaciones. Es facilíto: comprará dólares caros para venderlos baratos.

En conclusión: con el Convenio Cambiario No. 30 el gobierno pudiera estar decretando el final del financiamiento monetario del BCV a PDVSA. Pero también pudiera estar decretando el inicio de enormes déficits en el balance del Banco Central de Venezuela. Todo depende de qué tan dispuesto esté el gobierno a limitar dramáticamente -o eliminar- las asignaciones de dólares a Cencoex y Sicad I. 

Esto puede no resultar muy obvio para el público no especializado, pero monetariamente hablando, imprimir dinero en la Casa de la Moneda de Maracay para entregárselo a PDVSA es EXACTAMENTE equivalente a obligar al BCV a tener enormes pérdidas en su balance. La expansión inorgánica de dinero es la misma, solo cambia el asiento contable en el balance del BCV. 

De más está decir que si este es el caso, la trayectoria inflacionaria será la misma que hasta ahora hemos observado. El mismo Musiú...

martes, 9 de septiembre de 2014

Sobre crisis externas y opciones morales

Este post fue realizado a cuatro manos con mi apreciado colega, excelente economista y amigo @propiavoz. La idea es hacer progresivamente de Distortioland un espacio contributivo para la discusión de los enormes retos de política económica que enfrenta nuestro atribulado país.

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La economía venezolana experimenta los más severos síntomas de una crisis externa. La escasez relativa de divisas ha producido una ruptura de todos los canales de abastecimiento de bienes transables, desde alimentos, hasta medicinas, pasando por repuestos y equipos de todo tipo. El gobierno está en mora con todo el sector privado venezolano, acumula una deuda que no hace más que crecer con el paso de los días, e incumple garrafalmente sus compromisos con proveedores. El panorama es de escasez masiva de productos, inflación galopante y parálisis productiva generalizada.
En este contexto, surgen opiniones sobre la validez moral de las decisiones de un gobierno que, por un lado somete a su propia población a los rigores de una situación extrema de carestía material, inflación y desempleo y, por el otro lado, elige cumplir voluntariamente con el cronograma de sus obligaciones financieras externas. 
La pregunta que se pone sobre la mesa es: ¿Debe un gobierno honrar sus compromisos financieros externos cuándo su población no consigue medicinas para la tensión, la diabetes o el cáncer? Y la verdad, dado lo grave de la situación, ésta resulta una pregunta dramática y oportuna, pero que pudiera ser una disyuntiva que descansa sobre premisas incorrectas.
Venezuela presenta desequilibrios macroeconómicos extremos los cuales, dado el actual contexto, están lejos de solucionarse. Pero, estrictamente hablando, Venezuela no está todavía en el punto dónde tenga que elegir entre pagar la deuda externa o importar alimentos (por ahora). No es que Venezuela no disponga de dólares suficientes, es que bajo el actual esquema de control cambiario, la distorsión de precios relativos es gigante y se profundiza cada día, produciendo que la demanda de dólares supere toda capacidad de oferta –en el extremo, si seguimos por esta ruta, la demanda de US$ tenderá a infinito-. La razón es que bajo el actual esquema cambiario, las oportunidades de arbitraje también tienden a infinito. El efecto es que bajo el actual esquema de control de cambios, y en un contexto de inflación que se acelera, se están produciendo fuertes salidas encubiertas de capital. 
El problema no es que no se estén asignando cantidades suficientes de dólares para la economía, es que bajo el actual esquema, el adjetivo “suficiente” dejó de tener mucho sentido. Bajo el actual estado de cosas, los incentivos para desviar fondos, fingir importaciones, sobrefacturar envíos, y toda suerte de trácalas, son también infinitos.  El control de cambios crea oportunidades de arbitraje tan grandes, que agotan cualquier cantidad de dólares que usted le meta al sistema. El control de cambios es, literalmente, un barril sin fondo. Aun si Venezuela dejara de servir su deuda en el futuro próximo y dedicara esos 10.000 millones de dólares adicionales a alimentar el actual sistema, muy probablemente no observaríamos mejoría alguna en la  situación de abastecimiento. Serían 10.000 millones de dólares adicionales destinados al arbitraje y al fin último de financiar las salidas de capitales que promueve una economía incapaz de generar confianza en sus nacionales.
La verdadera elección moral que hace el gobierno cada día es entre anaqueles vacíos y mantener un brutal esquema de extracción de rentas en manos de una camarilla de burócratas bien conectados. Porque el control de cambios es solo eso: una gran aspiradora de renta, una manguera que tiene su  boca de succión en la puerta de Cencoex, y el otro extremo en algún banco de las Islas Caimán, Andorra o Macao.  
La elección moral del gobierno no es entre que las madres venezolanas encuentren leche para sus bebés o pagarle a Wall Street. La verdadera elección moral –o inmoral- que está haciendo el gobierno es entre el abastecimiento de productos básicos y mantener un asfixiante esquema que si algo puede garantizar es el desabastecimiento de los mismos.
¿Está Venezuela al borde del default? No, no todavía. Venezuela se encuentra, sin duda, en una trayectoria insostenible, pero todavía tiene abierta opciones de política que, si bien no necesariamente no significan alcanzar la estabilidad macro, podrían al menos disminuir -al menos temporalmente- las distorsiones de precios relativos que están en el centro de la crisis externa y de la verdadera disyuntiva moral del gobierno.
¿Es el default una opción superior? El problema es que repudiar el pago de compromisos externos no es una opción libre de consecuencias. De hecho, un default a las acreencias externas podría no sólo cerrar el acceso inmediato a todos los mercados globales de financiamiento para el sector público y privado, sino que podría disparar una avalancha de demandas de pagos anticipados que incrementaría la presión externa sobre la economía, si acaso agravando los mismos síntomas de escasez, inflación y recesión que estamos experimentando hoy en día.
Las huellas del default son de difícil cicatrización. La salida de los mercados de crédito internacional no es una puerta batiente. La adicional pérdida de confianza hace que el reingreso futuro sea incierto y a muy alto costo. Una economía que, en una hipotética transición, necesitará ingentes flujos de financiamiento externo para el desarrollo de su industria petrolera, la recuperación de su infraestructura y la reconstrucción de su aparato productivo, no debería arriesgarse a incumplir acuerdos hoy que le puedan significar barreras de acceso al financiamiento futuro. Es una opción que no luce recomendable. 

El default es a los bonos lo que la expropiación es a la inversión directa. Una confiscación de derechos de propiedad que no sólo tiene implicaciones morales, sino que incrementará los costos del desarrollo futuro. Es válido preguntarse si realmente lo qué necesita Venezuela en este momento es una violación adicional y más visible a los derechos de propiedad.